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Estando segura de que iba a morir escribió una nota en  la cual explicaba que mataba a sus hijos porque sabía que iban a ser  maltratados y que nadie los iba a querer como ella1. En  dramas como éste todo parece ser reflejo de un estado y una sociedad  incapaces de resolver los problemas derivados de la miseria. Está  probado que, como en otros países de América Latina, nuestra estructura  social determina que el crecimiento económico mantenga prácticamente  inalterable la gran diferencia o distancia entre pobres y ricos.
Sin embargo, siendo eso cierto, lo que no se desea ver es  que determinadas situaciones son propiciadas por el estado, cualquiera  que sea el gobierno de turno. Entonces las barbaridades y dramas que  vivimos a diario cobran sentido, adquieren un significado que podemos  entender. Lo que se ve es que estas situaciones de drama, miseria y  muerte son producto de una deliberada política de estado que persigue  determinados objetivos con la población.
La inseguridad
Un reclamo unánime de la población al estado es que le  proporcione seguridad. En medio de todo, hasta el más pobre contribuye a  las arcas fiscales al comprar cualquier cosa (los impuestos están por  todos lados) y tiene derecho a pedir que el estado cumpla una de sus  funciones ineludibles, como es la de proporcionar seguridad a la gente.  ¿Pero qué vemos? Que más bien el estado hace todo lo posible para dejar  la inseguridad tal como la observamos. ¿Por qué? Porque desde el  gobierno de Alberto Fujimori empresarios nacionales y extranjeros (entre  ellos chilenos) exigieron —y lograron— que haya precarización del  empleo para poder invertir. Cumplida esa condición (pérdida de  estabilidad laboral, sacar gente de planillas, reprimir a los  sindicatos, etc.), los empresarios estuvieron felices porque se  concretaba el ideal del cholo barato, dispuesto a trabajar por cualquier  paga miserable, sin seguridad social ni nada.
Pero eso no era suficiente. Como ni el estado peruano ni  el sistema bancario promueven el ahorro interno ni el desarrollo del  mercado interno por un mayor poder adquisitivo de la gente2,  los parásitos que crean las leyes consideraron que la situación  “mejoraría” extendiendo la precariedad o inseguridad laboral hasta  llegar a una inseguridad personal. Así, un obrero que recibe su paga  semanal y que en la calle es asaltado y despojado de su dinero y hasta  de sus zapatos es una persona más que dispuesta a continuar en su  trabajo de baja remuneración. La delincuencia, permitida por el estado,  se encarga de crear un clima de temor en las personas, temor que aumenta  su disposición a aceptar cualquier trabajo.
Como es inevitable que incluso con la permisividad caigan  delincuentes en la cárcel, se les da facilidades para que en su  reclusión tengan drogas, alcohol, armas para que se maten entre ellos,  teléfonos celulares para organizar o coordinar nuevos delitos, ambientes  de recepción de visitas propicios para que con mucha facilidad el  delincuente asesine a su esposa o conviviente que lo visita, etc., etc.  El ex conviviente de la mujer que mencionamos en el primer párrafo  acababa de salir de la cárcel y revólver en mano la amenazó para que se  reanudara su relación. Ella percibió que iba a ser una más de las  innumerables mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, y esto  debe haber influido en la decisión de matar a sus hijos (¿quién vería  por ellos luego de que la asesinara su marido?).
Para facilitar cierto desfogue social, el estado peruano se niega a dar seguridad o protección a mujeres de clase baja3 maltratadas y amenazadas de muerte, porque considera que es preferible que mueran por ser pobres y problemáticas4,  y mejor si mueren matando a sus hijos. En este contexto, los  delincuentes uxoricidas, ya saciado su instinto asesino, siguen creando  inseguridad dentro de los límites previstos por la sociedad.
Ciudadanía devaluada
 No sólo se trata de la inseguridad frente a los  delincuentes que roban o matan en las calles o entran a robar a las  casas, donde también matan si alguien intenta resistir. El hecho de que  los ciudadanos no obtengan seguridad a cambio de los impuestos es una  demostración del propósito del estado de hacerle entender que él ni su  dinero tienen valor. Hay otras circunstancias que demuestran esto.
En determinados sectores de la ciudad, a ciertas horas  aparecen en las calles prostitutas y homosexuales que se pasean como  amos y señores; también vendedores ambulantes pueden adueñarse de pistas  y veredas. Esto produce indignación e impotencia en los vecinos: ni la  policía ni la municipalidad hacen algo efectivo para resolver el  problema. Aquí también el mensaje del estado al ciudadano es inequívoco:  “Claro, tú pagas como contribuyente pero no tienes derecho a nada, lo  que pagas es muy poco; ya pasó el tiempo de elecciones y no hay ningún  compromiso que cumplir”.
Cuando por otras razones (ajenas a la seguridad) el  ciudadano va a dependencias públicas (municipalidades, ministerios,  hospitales, etc.), es atendido de la peor manera, para hacerle sentir y  entender que no vale nada.
Valores
El sistema de educación pública del Perú es uno de los  peores de América Latina (peleamos ese “honor” con Haití), y nuevamente  el estado actúa de manera tal, que la gente pobre, que constituye la  gran mayoría del Perú, comprende y acepta que no merece una buena  educación5 para sus hijos. El mensaje del estado a los pobres  es: “Para ti esta educación es muy buena; le gente que no es una carga,  la gente que sí vale, se esfuerza y manda a sus hijos a escuelas,  colegios o universidades particulares. Aguanta, no mereces otra cosa.”  En este empeño de tener a la mayoría de la población inmersa en una  educación de pésima calidad tiene activa participación el principal  sindicato de maestros, el Sutep, que aparte de reclamos laborales nunca  ha luchado por mejoras sustanciales en la educación, tanto en el rubro  de conocimientos como en los valores6. Los contenidos prochilenos de los libros de Historia7  son tolerados con entusiasmo por el Sutep, que nunca ha dado  instrucciones a sus bases para que rechacen esos libros de contenido  antiperuano8.
Con la conciencia y con la autoestima subvaluadas, el  peruano es fácil presa de delincuentes, políticos corruptos al servicio  de Chile9, patrones abusivos, etc., etc. Ya sabemos cómo reacciona la gente y qué hacen las autoridades frente a la prostitución infantil10  promovida por el estado peruano. Su capacidad de reacción es muy  limitada. Si son campesinos o nativos de tribus selváticas que defienden  sus tierras frente a empresas que han sido favorecidas corruptamente,  son perseguidos, detenidos, acusados de terroristas, torturados o  muertos. Así se les pone en su sitio, así entienden la diferencia. Pero  no se crea que solamente la gente que vive en la miseria tiene su  dignidad dañada, su amor propio por los suelos; no. Personas como  oficiales de la Marina de Guerra del Perú han llegado al abyecto extremo  de rendir homenaje con monumento al hampón chileno Arturo Prat11.
Tenemos por delante la difícil tarea de restaurar la  vulnerada dignidad del ciudadano peruano, para lo cual se necesita  luchar contra la corrupción del estado, desarrollar una educación que no  sólo proclame o declame valores sino que los ponga en práctica, que  haga sentir a las personas que son merecedoras de algo bueno, de algo  con calidad; que enseñe el respeto a la familia y a la patria y a la  sociedad; que abra los ojos ante el intento de colonización y  avasallamiento que en nuestra patria realiza Chile, país delincuente que  ha robado Antofagasta a Bolivia y Tarapacá y Arica al Perú; que enseñe  que el Perú es un pueblo respetable y digno, heredero de la gran  civilización incaica y que tiene héroes como Juan Santos Atahualpa,  Túpac Amaru, Francisco Bolognesi, Andrés A. Cáceres, Miguel Grau12, José Abelardo Quiñones13.
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1 Hemos tocado anteriormente estos casos. Leer El culto a Moloc en el Perú del siglo XXI 
2 Evidentemente, el cholo barato, por su bajo poder adquisitivo, no mueve la economía.
3 Una mujer de clase alta que es maltratada,  agredida o amenazada por su pareja sale del peligro con relativa  facilidad (puede mudarse a otro domicilio, contratar abogado, pagar  guardaespaldas, etc.), tiene los medios para hacerlo, no depende  económicamente de nadie.
4 Estando vivas, por sus hijos entran al  programa del “Vaso de leche”, requieren atención hospitalaria, siempre  están pidiendo algo porque son pobres. Eso es demasiada molestia para el  estado.
5 Lo mismo que señalamos para la educación podemos decir del sistema de salud, con hospitales donde se maltrata a la gente.
6 Todos los delincuentes presos o libres han  pasado por escuelas y colegios. ¿Qué clase de valores han recibido allí  para que tengan una conducta tan negativa?
7 Leer: ¡Infamia contra escolares al descubierto!, ¡Lavado cerebral a escolares promovido por Ministerio de Educación!  y Crisis de la profesión de Historia 
8 Leer: (“Feriados largos”: el Apra y el Sutep unidos contra la educación).
9 Estos políticos vendidos defienden (abierta o  secretamente) a Lan y demás empresas chilenas y apoyan el TLC con  Chile, destinado a convertir al Perú en colonia de Chile.
10 Leer: Trata de personas: lenidad con los proxenetas 
11 Leer: García y Wagner humillan a la Marina de Guerra 
12 En los libros que promueven el Apra y el Sutep no se emplea la palabra héroe para referirse a Bolognesi, Cáceres y Grau. Leer: ¡Infamia contra escolares al descubierto!, ¡Lavado cerebral a escolares promovido por Ministerio de Educación! 
13 Para demostrar y enseñar a la gente que los  héroes peruanos no valen nada, ya no se celebra la victoria peruana de  Tarapacá (27 de noviembre de 1879). Además, evidenciando que Chile manda  al Apra, el gobierno aprista pretende vender a los chilenos el  aeródromo de Collique, que es sede de la única escuela peruana de  aviación civil, pese a que el héroe Quiñones como última voluntad donó  parte de su último sueldo para la colecta que se hacía con el fin de  adquirir el terreno para el aeródromo de Collique. Es obvio aquí que  para complacer a los chilenos el Apra pisotea la voluntad popular y la  voluntad, expresada por escrito, del héroe José Abelardo Quiñones.
Fuente:
http://connuestroperu.com/index.php?option=com_content&task=view&id=5602&Itemid=31
 
 
 
 
 
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