La cuna de los africanos en Perú
Recorremos la ciudad de Zaña con Michel Falla, cocinero de los Knicks y natural de esta ciudad de paredes blancas, que fue uno de los primeros asentamientos de africanos en Perú. Él contrasta la riqueza de los negros jugadores de la NBA y la sencillez con la que lo hacen sus paisanos en este lugar
Zaña, última estación peruana para la Ruta Quetzal BBVA 2011. La diversidad cultural presente en este país es tan sorprendente que en esta ciudad fundada con el nombre de Villa Santiago de Miraflores de Zaña vive una comunidad con la que todavía no nos habíamos topado: los afroperuanos. De su mano, personificada en Ildebrando Briones, conocemos la composición métrica de la décima usada por Calderón de la Barca o Martínez Espinel (a la propia estrofa se le conocía con el sobrenombre de “espinela”) que fue acogida como propia por los hombres de color trasladados a Perú. La hicieron suya.
“Ayer me gritaron negro/ Les juro que me gustó/ Cuando yo le dije cholo / El cholo se molestó”. Es uno de esos grupos de versículos que idea Brando Briones y que hoy compone para los jóvenes ruteros. Se los recita junto a María Antonieta Samaqueco, en un entorno privilegiado, los restos seudoderruidos de la Iglesia de San Agustín. Se trata de una de las siete iglesias existentes en esta población de 12.013 habitantes.
Los indígenas afroperuanos conservan sus costumbres populares, como la poesía en diez versos heredada de españa y la danza llamada también “zaña”
También trajeron en la época colonial los contingentes sometidos de trabajadores procedentes de África y Asia para trabajar las tierras y ser esclavos del servicio. La fusión de negros, asiáticos, españoles e indígenas se forjó entonces y constituyen hoy los rasgos característicos del poblador zañero. “El negro llegó al Perú / Con repiques de tambores / Bailó sin tener pudores / Contra toda esclavitud”, escribe el “decimista” Briones.
Piratas del Pacífico
“Al contrario de lo que se piensa, en esta tierra peruana se acoge muy bien a los españoles. De hecho, hay muchas familias zañeras viviendo en la madre patria, en Barcelona, Madrid, Zaragoza...”. Quien así habla es el cocinero de los Knicks, en el Madison Square Garden, Michel Falla. La prosperidad económica de Zaña hoy por hoy no es aquella que provocó en el siglo XIV que esta ciudad fuese objeto de la codicia de los piratas que poblaban las aguas del Pacífico. Michel tuvo que emigrar a Estados Unidos, a Nueva York concretamente, porque aunque es enfermero técnico de profesión, se ganó el pase de residencia en ese país al que optaban los peruanos hasta el año 2004 y desde entonces, se acomodó en la ciudad de los rascacielos. “Vengo una vez al año porque mi familia está aquí, mi mamá nos necesita a los hijos que tiene fuera, y vaya contraste, pasar de Queens a estas ruinas, de su frío invierno a este calor”, nos cuenta mientras caminamos por el puente colgante sobre el río Zaña.
Además de la poesía, los zañeros cultivan la “zaña”, una danza de reminiscencias también afroperuanas y hermosa melodía que cantaban los esclavos negros. La danza de la zaña solía contener letras procaces e incluso blasfemas, se bailaba suelta y se hacía acompañar por un único instrumento, el cajón. “Con el cajón en el suelo / Y la quijada en la mano / El negro baila mi hermano / Bendecido por el cielo”, escribe otro “decimista”, Luis Legoas.
Derruida en el año 1720
Michel nos enseña el río, que duplica su capacidad con las lluvias y nos recuerda la destrucción fatal de Zaña en 1720, cuando atroces diluvios desbordaron el río, obligando al abandono de la ciudad y al traslado de todos sus residentes. La devastación del municipio no pudo con el baile popular de la zaña, que fue adaptándose a los tiempos cultivándose en las fiestas patronales a Santo Toribio o en adaptaciones de canciones infantiles españolas. Zaña posee un espectacular Museo Afroperuano que, desde hoy, contará con un cuadro de Martínez Compañón, el obispo navarro de la diócesis peruana de Trujillo que ha inspirado esta Ruta 2011.
Michel sigue acompañándonos en el paseo por Zaña y sus otras seis iglesias –la de ñ Merced, la matriz o principal, el convento de San Francisco, la iglesia del hospital San Juan de Dios, la parroquia de indios Santa Lucía y la diminuta capilla anexa a la casa donde murió el arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo- y continúa en su disertación. “En Nueva York, tengo la suerte de haberme establecido con una familia zañera y de relacionarme con la numerosa comunidad latina que habita esa ciudad. Por eso, no extraño tanto la comida peruana, porque realmente la americana no me gusta”, dice. “Tuve la gran suerte de que mi tío trabaja en el Madison Square Garden y pude encontrar trabajo, dentro de medio año, cuando ya lleve cinco en el país, conseguiré la nacionalidad que me permitiría llevar a mi familia como estadounidense”, relata.
“No nos dejan ver a las estrellas de los Knicks. Nosotros estamos en un área de cocina, la que llaman comisaría, y preparamos frutas, vegetales... este tipo de cosas que les llegan solo a través de personas específicamente dedicadas a ello y que son las únicas que pueden ver a los jugadores de la NBA”. NBA contra vestigios arquitectónicos y reliquias de un pasado realmente muy difícil. Los negros más ricos, contra las primeras comunidades de indígenas afroperuanos que se instalaron en esta ciudad blanca. Muy blanca. Una vez más, sin haberlo buscado, el Perú de los cambios más radicales nos encuentra a nosotros.
La última decimita de la negra
Los jóvenes de la Ruta sonríen ante la “coloradita” que les suelta la guía negra y ciega que trabaja en el Convento de San Agustín desde hace 13 años, Samaqueco. “Negrita, te mueves tanto / Que al verte pasar yo peco / Cuando vas a hacer un seco, para molerte en culantro”, recita.
El trayecto iberoamericano de la Ruta Quetzal acaba en Zaña. Queda el recorrido en el buque de las Fuerzas Armadas, el “Castilla”, que navegará por el Cantábrico y el Atlántico, desde Bilbao a Lisboa. Queda aventura.
Fuente:
http://www.abc.es/20110701/sociedad/abci-cuna-africanos-peru-201107011646.html
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