.(A lo largo del siglo XX el porcentaje de quechuahablantes no ha dejado de reducirse, y el último censo de 2007 solo el 13,2 por ciento de la población confesaba tener el quechua como primera lengua de comunicación. EFE)

Pese a que se publique más que nunca, el gobierno lo enseñe en escuelas públicas y sea ahora posible encontrar una oferta de academias que enseñan esta lengua andina el quechua muere de vergüenza. Sus propios hablantes bajan la voz para admitir que conocen el idioma de los incas, y los niños se mofan de quienes no saben expresarse en castellano.

A lo largo del siglo XX el porcentaje de quechuahablantes no ha dejado de reducirse, y el último censo de 2007 solo el 13,2 por ciento de la población confesaba tener el quechua como primera lengua de comunicación.

El quechua se habla en Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina y Chile, pero es en Perú donde se concentra la mayor parte de sus usuarios (entre tres y cuatro millones), localizados en las regiones montañosas del centro y el sur del país, que también son las más pobres.

Quechua para expandir la religión

Fue la lengua que utilizaron los Incas para unificar su imperio, y la Iglesia Católica lo comprendió de inmediato: en su tarea evangelizadora, adoptó el quechua para expandir la religión y se debe a los curas católicos la publicación de los primeros diccionarios y gramáticas en esa lengua.

El declive del quechua comienza con la rebelión indigenista de Tupac Amaru, sofocada en 1781: tras aquella fecha, la Corona española comienza a reprimir al quechua, y las nuevas elites criollas, muy hispanizadas, no hacen mucho por mejorar el estatus de la lengua autóctona.

"Hay muy poca autoestima: el que habla quechua se avergüenza y cree que es mejor hablar castellano. Las muchachas llegadas a Lima de la montaña reniegan de su idioma", explica Demetrio Tupac Yupanqui, una autoridad reconocida en la preservación del quechua, tras dedicar toda una vida (y tiene más de ochenta años) a luchar por ella.

Marcial Mamani, un obrero de la construcción, tiene 37 años y es de los que no se avergüenza, pero cuenta su experiencia con sus hijos: "Yo les enseño a mis niños y me dicen: no me hables como los abuelos. No quieren aprender quechua, dicen que en la escuela se ríen de ellos".

Marcial vive y trabaja en Coparaque, un pueblito del Valle del Colca donde el quechua ha sido la lengua vehicular durante siglos pero se aprecia la fractura generacional: los ancianos hablan en quechua, los adultos alternan quechua y castellano y los niños que juegan en las calles ya no quieren hablar sino en español.

El Valle del Colca, donde llegan más de 100.000 turistas anuales, ha sabido mantener muchas de sus tradiciones en música o indumentarias, pero va perdiendo su lengua, y ni siquiera la Iglesia Católica, antaño gran difusora de esta lengua, ofrece ya sus misas en la lengua autóctona.

.(Pobladores de Ollantaytambo, participan en la ceremonia de la suscripción de la declaración de Ollantaytambo de la V Instancia Indígena Consultiva, hoy miércoles 15 de febrero. EFE)

Las élites respetan el quechua

En Cabanaconde, una de las dos poblaciones principales del valle, el párroco es argentino, y solo cuando va a confesar a las viejitas solicita los servicios de un traductor quechua-castellano, como nos cuenta con orgullo el Hermano Néstor, que es quien escucha y traduce los secretos de las ancianas.

Podría decirse, paradójicamente, que el quechua gana respeto entre las elites que nunca lo hablaron, como quedó de manifiesto con la película peruana "La teta asustada", ganadora del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín y hablada en quechua y castellano.

Pero su protagonista, Magaly Solier, también cantante en la lengua andina, confesó que ella fue educada en castellano, y solo su empeño por aprender a cantar los "huaynos" andinos hizo que su madre aceptara enseñarle también el quechua.

Tupac Yupanqui ha tenido entre sus alumnos a Eliane Karp, esposa del ex presidente Alejandro Toledo, a la hija de Alberto Fujimori o al ex alcalde de Lima Alfonso Barrantes, pero lamenta que el pueblo quechuahablante padezca de "muy baja autoestima".

El anciano ha traducido al quechua el Quijote, y ahora está enfrascado en un Tratado de Neuropsiquiatría encargado por una universidad estadounidense "para entender a los loquitos andinos" -bromea-, pero la realidad es que nadie consigue un trabajo si no domina el castellano.

El gobierno peruano ha hecho a su modo los deberes: ha capacitado con distintos cursos de lengua a funcionarios del ministerio de Justicia, de Agricultura o de la Mujer que vayan a servir en zonas andinas, al tiempo que ha implementado un programa de Educación Bilingüe Intercultural que enseña su lengua a más de 235.000 niños en la enseñanza primaria.

El director de este programa se llama Modesto Gálvez, quien reconoce que hay un movimiento incipiente entre las elites culturales para perder lo que él llama "la vergüenza lingüística", pero nada puede hacer contra la presión histórica, social, política y económica de la sociedad para castellanizar.

"El castellano tiene más prestigio social, es la lengua de la gente culta, y esto lleva a la marginación y exclusión de quien no lo habla bien", sostiene.

Es cierto que la cultura de las montañas peruanas ha invadido los "conos" (barrios periféricos) de Lima y ciertas fiestas y símbolos andinos están ahora presentes en la vida urbana, pero ello no ha ido acompañado por un resurgir de la lengua.

Modesto Gálvez lo resume de manera muy gráfica: "El quechua ha ido retrocediendo sin parar: primero de la calle a la casa, y después de la casa a la cocina".

.(Pese a que se publique más que nunca, el gobierno lo enseñe en escuelas públicas y sea ahora posible encontrar una oferta de academias que enseñan esta lengua andina el quechua muere de vergüenza. EFE)